¿Saben qué significa la expresión savoir vivre? Es un código de conducta que se refiere lo “correcto y elegante”. En el servicio del vino también existen reglas o mejor dicho algunas prohibiciones. Les presento una lista de 10 cosas que jamás deberíamos hacer.
1. Servir vino a una temperatura incorrecta
En la película “Goldfinger”, James Bond dice: “Mi querida, hay algunas cosas que no se hacen, como beber Dom Perignon ´53 por encima de los 38° Fahrenheit”. Esa linda frase no involucra solo a los champanes franceses, sino a todos los vinos. Como ya lo saben, cada estilo de vino posee una temperatura óptima de servicio.
Nunca deben sacar el vino de la bodega o del refrigerador y ponerlo inmediatamente sobre la mesa. Antes de una comida o degustación, dejen que la botella se tome su tiempo. El vino no puede estar demasiado caliente o demasiado frío. En ambos casos pierde su verdadera personalidad y no expresa sus aromas como corresponde. Una adecuada temperatura de servicio influye en el sabor y la textura del vino.
Solo como una breve ayuda-memoria: siempre los vinos blancos se sirven más fríos que los tintos. Si tienen dudas, les invito a revisar nuestra tabla sobre las temperaturas correctas según cada cepa o estilo de vino.
2. Romper el corcho
Es un verdadero faux pas y revela que la persona que está descorchando la botella está nerviosa y/o le falta experiencia. Cuando el corcho está demasiado dañado, solo nos queda pedir disculpas con una amplia sonrisa, guardar la botella y abrir una nueva. Mi consejo es siempre tener de reserva una botella del mismo vino.
Cuando sus invitados ya partieron, pueden intentar salvar el vino. Con mucha habilidad y delicadeza, quiten los restos del corcho dañado y vuelvan a encorchar la botella con uno nuevo. De ahí directo al refrigerador. La otra alternativa es empujar el corcho hacia adentro y verter el vino cuidadosamente en un decantador, colando los sedimentos. Si el remedio es peor que la enfermedad, simplemente dejen el vino para cocinar.
3. Oler el corcho
Antiguamente oler el corcho en el restaurant, cuando el sommelier descorcha la botella frente a nosotros, era un signo de buen gusto y educación. Pero, con el tiempo, este ritual ha perdido su importancia. Hoy incluso puede ser mal visto. La razón es muy simple: el aroma del corcho dice poco y nada sobre la calidad y el estado del vino en la botella.
4. Demasiado vino en la copa
La regla fundamental de la elegancia es muy simple: menos es más. Nunca llenen la copa hasta los bordes, por muy generosos que se sientan. Para disfrutar el vino con la comida, deberían servir entre 150 a 180 ml, equivalente más o menos a una tercera parte de la copa.
Si sacamos bien las cuentas, una botella de 750 ml debería alcanzar para 6 a 12 copas de degustación. En el caso del vino espumante, una copa tipo flauta debería ser llenada también hasta sus tres cuartas partes para poder observar el ascenso de las burbujas.
5. Servir vino en un orden no adecuado
El orden de servicio del vino juega en muchos sentidos: de blancos a tintos, de jóvenes a cosechas antiguas, de secos a dulces, de ligeros a corpulentos, y los mejores vinos siempre al final de la cata o comida. El broche de oro de la velada.
Pero el orden de servicio también es sinónimo de cortesía. Cuando somos anfitriones, nunca deben servirse primero o a sus amigos más cercanos. Deben probar el vino frente a sus invitados y comprobar que la botella está en buen estado. Después servir a las mujeres. Primero a las de mayor edad y luego a las más jóvenes. Por último, a los hombres, en el sentido de las agujas del reloj, siempre comenzando por nuestra derecha.
6. Verter gotas en la mesa
Verter el vino en el mantel ya es vergonzoso, pero ¿qué pasaría si lo hacemos sobre un invitado? Si todavía les falta experiencia en este tema, viertan el vino muy lentamente. Pueden tener en otra mano una servilleta o un paño blanco y, después de cada servicio, secar el cuello de la botella. Les recuerdo: siempre sirvan el vino en el centro de la copa y luego giren la parte inferior de la botella para mantener esas últimas y diminutas gotas dentro. Como deber ser.
7. Copas sucias
¡Esto es imperdonable! Cada persona que se sienta a su mesa merece y necesita una copa fresca e inmaculada. La copa debe estar libre de manchas de agua, polvo y olores extraños. En este punto quiero subrayar que el vino se sirve en copas, no en vasos de bebida, copones de cerveza o tazas de café, por mucho que les guste a los hípsters. Algunas reglas simplemente no se rompen.
8. Tomar la copa por su tazón
¡Jamás tomen la copa por el tazón! No solo se ven criminales las huellas dactilares en el cristal o vidrio, sino que también modifican la temperatura del vino. ¿Para qué enfriar los vinos para servirlos a la temperatura correcta si después los van a calentar con sus manos? Siempre sostengan la copa por la base del tallo con el pulgar y el dedo índice.
9. Manchas de lápiz labial
Algunos pueden considerarlo muy femenino y sensual, pero tenemos que tratar de evitarlo. Bueno, está bien, a veces simplemente no se puede. En esos casos, siempre beban el vino por el mismo borde de la copa, donde están estampados sus labios. Podemos mimar la copa, pero no llenarla de besos.
10. Tintinear
Aunque suena muy poético, no me gusta el excesivo tintinar de las copas. No nos deja escuchar el glamour. Durante el brindis basta con alzar la copa y expresar un buen deseo: ¡Salud! Pero, si ustedes son fanáticos del sonido, recuerden no hacerlo con demasiada fuerza. ¿Una copa rota? Sí, rompe todas las reglas de etiqueta.