El Carmenere es una cepa de gran potencial enológico, pero requiere un manejo delicado; sus plantas son más sensibles a la calidad de los suelos y generalmente producen menos que otras variedades. Aunque es una cepa primo hermana del Cabernet Sauvignon, el Carmenere presenta taninos más aterciopelados, más dulces, su fruta es más madura y su acidez es más baja que la del Cabernet.
A su vez, esta variedad madura más lento que cualquier otra y debe ser cosechada tarde en la temporada. Si se cosecha muy temprano, notas verdes y vegetales pueden ser detectadas en el vino; pero cuando es vendimiada en un tiempo óptimo, se obtiene un vino intenso y lleno de fruta.
En otoño, las hojas del Carmenere toman una pigmentación antociánica[1] que les confiere un distintivo color carmín.
El vino del Carmenere es de un color rojo-púrpura profundo y de intenso aroma a fruta roja madura, posee un sabor que recuerda a cerezas, madera, y sus taninos son suaves y maduros. Es de corpulencia media y textura aterciopelada.
[1] Las antocianinas son pigmentos hidrosolubles que se hallan en las vacuolas de las células vegetales y que otorgan el color rojo, púrpura o azul a las hojas, flores y frutos.