En la degustación de los vinos siempre se usan los cinco sentidos y también la imaginación. Sus tres etapas son: el juicio visual, fase olfativa y la degustación en la boca.
¿Cómo mirar correctamente en el vino? La copa debe ser transparente; el cristal tallado o de colores no permite verlo correctamente. Tome la copa y póngala sobre un mantel blanco o una hoja de papel. Eche un vistazo al vino desde la parte superior de la copa. Debe ser transparente, brillante.
Cada estilo de vino tiene diferentes matices de color; también la edad del vino influye en él. Por ejemplo, el vino tinto ligero tendrá más color rubí y el vino más antiguo será más púrpura. Después de años en la botella, el vino cambia de color. Mientras los tintos se vuelven más marrones, los blancos evolucionan hacia tonos dorados.
De las características visuales, los catadores profesionales pueden descifrar inmediatamente la edad del vino, el estilo en que se realiza y, a veces incluso la variedad. El brillo a su vez nos entregará información acerca de su condición y frescura.
La segunda etapa es el bouquet del vino. En primer lugar “la nariz”, permite apreciar los aromas que surgen al acercar la copa e inhalar su aroma. A continuación, gire la copa suavemente, para airear el vino. Este proceso hace que todos los aromas que están cerrados se expresen.
Respecto de las fragancias en el vino, sería muy fácil escribir un libro voluminoso. Algunos son específicos de los vinos blancos, como flores blancas, frutas blancas y amarillas, notas verdes, frutas tropicales. Para los vinos tintos son frecuentes los aromas a bayas, frutos rojos, flores rojas y frutas silvestres.
Cada cepa también tiene sus olores típicos como el cassis y grosellas negras, famosos en el Cabernet Sauvignon. El tipo de suelo y el proceso de elaboración del vino también se transmiten en la intensidad y la gama de aromas que tiene el vino.
Buscando aromas en el vino, el catador se mueve dentro de varias familias de fragancias entre ellas: floral, frutal, mineral, cárnica, animal almizcle, sudor, tabaco, humo, quemado, asado, pan tostado, piedra quemada, cuero, chocolate, café, especias como el anís, el hinojo, hongos, vegetales, hierbas, y resina de pino, incienso, madera, lápiz, corteza, aserrín, productos químicos como alcohol, aceite, azufre, medicamentos, yodo y otros.
Es un gran placer oler el vino y buscar en las propias asociaciones de la memoria olfativa las fragancias que surjan. Cerrar los ojos, oler el vino y simplemente dejar que aparezcan las imágenes de la fruta específica o bosque, musgo, hierba, e incluso el mar.
El último paso es probar el vino en la boca. El vino perfecto debe tener: dulzor, acidez y taninos equilibrados. Otros factores importantes son: la estructura de vino de acuerdo a su estilo, la capacidad de guarda y, por supuesto, su personalidad.