Concha y Toro

Ania Smolec 03/11/2016

¿Cómo reconocer un buen vino?

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Don Melchor cosecha antigua

¿Qué significa que un vino sea bueno o malo? Es una pregunta casi filosófica. Un buen vino nos tiene que agradar, así de simple, pero también hay ciertos factores objetivos que tenemos que reconocer.

Para algunos un buen vino puede ser tinto, blanco, rosado o una mezcla. Hay tantos estilos y cepas como potenciales consumidores. Seguramente cada persona puede definir sus propias preferencias, sin importar su precio u origen. Lo más importante es que el vino nos guste. Así de simple.

Pero hablando en términos más generales, dentro de cada categoría o estilo un buen vino debe ser correcto, bien hecho, agradable, sin defecto alguno.

Prueben Casillero del Diablo Cabernet Sauvignon, y verán cómo se expresa el Cabernet Sauvignon de forma franca y directa. O descorchen un ícono como Don Melchor y sentirán no solo como se expresa el Cabernet Sauvignon, sino además un lugar con características únicas como Maipo Alto.

Ahora, si no les gusta el Cabernet Sauvignon, no significa que ese vino sea malo, sino que simplemente no coincide con sus gustos. Tal vez prefieran los vinos más livianos, sin tanta estructura y peso en boca. Para comenzar a definir el concepto de buen vino tenemos que fijarnos que no tenga defectos, como exceso de astringencia, oxidación o sabores extraños que no corresponden a la variedad.

Y no hay otra manera para verificar si un vino es bueno que catarlo. Solo siguiendo cada etapa de la degustación, podremos sentir sus atributos o fallas:

1. Echar un vistazo a la copa

Sala de degustacion 2Este es el primer paso de la degustación. Hay que mirar a la copa y juzgar el color del vino. Un vino correcto debe ser brillante y limpio. El brillo define la condición del vino, su frescura y si luce acorde a su edad.

Por ejemplo, si encuentran un tinto de una cosecha reciente con excesivas notas marrones, significa que algo anda mal y seguramente esa botella sufrió problemas de oxidación.

Recuerden que hay varias señales que nos entrega el color. Un vino de cuerpo liviano tendrá una ligera sombra. Un vino más concentrado lucirá un color más intenso.

Obviamente cada variedad tiene su propia coloración, pero fijémonos en la viscosidad del vino que depende de su nivel de azúcar y alcohol. Un vino pálido y pobre puede despertar algunas sospechas acerca de su calidad. Una luz roja debe alertarles cuando un vino es:

• Opaco
• Mate
• No está claro
• Tiene una tonalidad azulada, en el caso de un vino blanco
• En el caso de un vino tinto, es demasiado marrón, excepto los vinos tintos de cosechas muy antiguas

2. Reconocer los aromas

Como ya lo saben muy bien, la etapa de “nariz” es muy importante. Varias veces hablamos sobre las familias de aromas y notas características de cada cepa y estilos. Recordemos que los aromas provienen de diferentes terruños, variedades y procesos de vinificación.

aromas del vino

Cuando estén degustando un vino, deben poner atención en los siguientes aspectos:
• Intensidad de nariz
• Franqueza de los aromas
• Calidad del bouquet

Los aromas que deberían despertar sus sospechas y podría indicarnos que un vino es defectuoso son:

• Aroma de corcho: esta especial fragancia se parece al aroma de avellanas tostadas y es producida por precursores que se encuentran en el árbol de alcornoque
• Aromas de ácido, vinagre, manzanas oxidadas, fermentados
• Aromas de levaduras o mantequilla
• Aroma de acetona, esmalte para uñas, disolventes químicos donde está presente el etileno
• Errores de producción con un alto contenido de azufre que reconocerán por aromas de huevos podridos, pegamento o estiércol

3. Usar las papilas gustativas

Nuestras papilas gustativas no mienten. Si a este análisis agregamos nuestro conocimiento podemos entender un vino a cabalidad. En un nivel gustativo, tenemos que sentir los sabores del vino: acido, dulce, aromas provenientes de la cepa, textura (calidad y cantidad de taninos), cuerpo (la concentración de todos los elementos mencionados) y la duración o persistencia en la boca.

En esta etapa lo más fácil es distinguir un vino ícono de un vino bueno. Un vino bueno nos hace reír. Es agradable y acogedor. ¡Lo disfrutamos! En el caso de un ícono, todo eso es más profundo. Es un vino que muchas veces nos hace pensar, meditar, incluso a veces llorar y soñar. Despierta nuestras emociones porque es más fino y transcendental.

4. Una palabra mágica

Quieren saber qué concepto define y distingue un buen vino de otro de calidad superior. Esta palabra es EQUILIBRIO. Así con mayúsculas. En un vino, especialmente en su aspecto gustativo, debemos encontrar todos sus elementos en perfecto balance: entre acidez y dulzor de fruta, concentración de taninos y suavidad en boca, y proporción de alcohol y frescura. Cuando existe una armonía sublime, como una sinfonía donde ni una nota falta o sobra, estamos no solo ante un buen vino, sino que ante uno de categoría mundial.