Reconocida como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco esta ciudad colonial es considerada una de las más hermosas y visitadas de México. Los invitamos a conocer su historia y gastronomía durante una de las fiestas más importantes para los mexicanos: el Día de Muertos.
Caminar por las calles de San Miguel de Allende es un hermoso viaje hacia un pasado colonial y a una historia de casi 480 años. Fundada en 1542, esta ciudad tuvo un gran crecimiento ya que fue punto estratégico del Antiguo Camino Real, parte de la ruta de plata durante la dominación española.
Su fuerte influencia cristiana dio origen a la construcción de hermosas iglesias, y las familias influyentes de la época que aquí se asentaron, aportaron con hermosos palacetes y construcciones de gran arquitectura. Asimismo, la ciudad jugó un rol muy importante en la Independencia de México ya que Ignacio Allende, nativo de San Miguel, fue un líder clave en la guerra contra los españoles. En honor a este héroe nacional la ciudad lleva su apellido.
Han pasado los años y la ciudad conserva encanto. Ha sido protegida por las autoridades mexicanas y distinguida por la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Sorprende recorrer sus calles empedradas y apreciar sus edificios de estilo barroco mexicano, sus fachadas perfectamente conservadas, sus hermosas y enormes puertas, y por supuesto, sus iglesias, entre ellas, la Parroquia de San Miguel Arcángel, hoy convertida en el símbolo de la ciudad. Cada uno de sus rincones enamora a mexicanos y extranjeros, incluso muchos de ellos han decidido quedarse a vivir en esta ciudad. Cantinflas y Pedro Vargas son dos de los famosos mexicanos que tuvieron aquí su residencia.
Hoy no solo destaca por su patrimonio histórico, cultural y arquitectónico, sino que también por convertirse en una ciudad cosmopolita y multicultural, resguardando entre sus antiguas fachadas exclusivos restaurantes mexicanos e internacionales, hoteles boutique, galerías de arte y casas de diseño.
Tuve la suerte de visitar esta ciudad, y no en cualquier fecha, sino que durante la fiesta más esperada por los mexicanos: el día de muertos. Ya he contado sobre las tradiciones de esta celebración, pero vivirla en un pueblo mágico como San Miguel de Allende es realmente una experiencia increíble. Las calles se muestran aún más luminosas y coloridas gracias a los cientos de visitantes, todos disfrazados y pintados de calaveras mexicanas. Las mujeres con sus cintillos de flores de todos los tamaños. La música de Mariachis se escucha en cada esquina y las mojigangas (marionetas gigantes típicas de San Miguel de Allende) también visten con atuendos alusivos a estas fiestas.
Una ciudad que impresiona en todos los aspectos y por supuesto, también, por su gastronomía. San Miguel de Allende invita a degustar sabores tradicionales mexicanos, sin embargo, en esta ocasión quisimos destacar algunas de sus recetas más representativas y un buen maridaje con vinos Concha y Toro.
Comenzaremos con las Enchiladas mineras, uno de los platos más típicos y muy sabroso. Para su preparación se debe freír tortillas en salsa de chile guajillo, las que se rellenan con queso y cebolla picada y luego se enrollan. Se cubren con lechuga, papas y zanahorias previamente hervidas y fritas en el mismo aceite de las tortillas. De ahí (del chile), su característico color anaranjado. Para esta receta, una buena opción es Trio Merlot, un ensamblaje de esta cepa con carmenere y syrah que posee taninos suaves y una acidez equilibrada.

Otra receta de la zona es Rabo de zorra, que, aunque su nombre no nos dice mucho, se trata de un exquisito guiso a base de chiles anchos rellenos con queso fresco y fritos en mantequilla. Estos se colocan en una salsa a base de caldo de carne, tomates, cebolla, ajo y cilantro, y además, unos huevos pochados cocinados en la misma salsa. Los chiles capones son otro plato típico, el cual lleva chile pasilla rellenos de tomate verde, cebolla y queso fresco. Los chiles se cocinan en caldo de pollo o carne con un sofrito de tomate verde y cebolla. Para estos platos a base de chile le recomendamos un ensamblaje de uvas nobles, sedoso y elegante como lo es Diablo, el nuevo vino de la familia Casillero del Diablo.

Por último, y como postre, probaremos unos ricos tumbagones. Se trata de un tipo de masa crujiente y enrollada a la que se le espolvorea con azúcar flor. Para esta receta le recomendamos Concha y Toro Late Harvest, un vino blanco dulce y suave que acompañará muy bien al postre más tradicional de San Miguel de Allende.