La Navidad es una celebración especial, un bonito momento para pensar en los invitados, en la cena, en el lugar y, por supuesto, en la elección de los vinos. Cómo no pensar en ellos, si su compañía enaltece las cualidades de los platos que son preparados minuciosamente para la fecha.
Por eso es importante tomar en cuenta algunas reglas sencillas de maridaje, las cuales nos ayudarán a brindar una cena única para nuestros seres queridos.
La primera regla es identificar que, tanto los vinos como los platos, tienen distintas intensidades que deben ser equilibradas. Es decir, si tengo un plato suave voy a buscar un vino ligero, o si por el contrario, tengo un plato intenso o muy condimentado, lo mejor será buscar un vino potente. Tanto los vinos como los platos podemos dividirlos en tres grupos: ligeros, medios y potentes.

La segunda regla es no abusar del uso de condimentos en la preparación, ya que estos tienden a desequilibrar los maridajes. Por ejemplo, el exceso de ajo produce una larga permanencia en boca y predomina sobre el vino, por lo cual resulta importante equilibrarlo dentro del plato.
La tercera regla es identificar los métodos de cocción de los alimentos que pueden agregarles intensidad a los platos, así como el uso de salsas. Por ejemplo, no es lo mismo un pavo ahumado que uno natural, ambos tienen distintas intensidades y si agregamos salseados, estamos agregando complejidad a nuestros platos.
La cuarta regla es identificar las intensidades de los vinos. Por ejemplo, no es lo mismo un vino sin barrica, es decir, joven, que un vino con barrica o bien, un espumoso joven que uno envejecido, en ambos casos sus intensidades son distintas.
En este punto, si necesitan asesoría para realizar la compra adecuada de sus vinos, pueden acudir a tiendas especializadas por medio de Sommeliers o asesores de vino, quienes podrán guiarles sobre la intensidad del vino que buscan.