¿Podrían imaginarse un caluroso día de verano sin el colorido y la frescura de la sandía? Yo no puedo. Les voy a contar un secreto: en la localidad de Paine, Valle del Maipo, encontrarán sandías muy especiales. Son tan ricas que nos invitan a cocinar y ensayar varios maridajes con vinos.
Paine es una comuna agrícola, localizada en la Región Metropolitana, muy cerca de Santiago, en el extremo sur del Valle del Maipo (Maipo Andes). En idioma mapudungun, payne significa celeste, seguramente haciendo referencia a sus cielos despejados, donde por las noches se pueden divisar las estrellas colgando de las cumbres de los Andes; o al celeste de sus cielos durante los días de verano, donde las nubes no abundan, y la temporada estival es siempre larga y calurosa.
En la época precolombina, el pueblo Picunche habitó en estos campos. Al ser colonizados por los españoles, fue moldeándose una cultura particular, muy apegada a las tradiciones, a la pasión por la agricultura y la artesanía. En esta localidad se celebran con pasión las Fiestas Patrias con sus coloridas ramadas y una exhibición anual llamada Expo Rural, donde los visitantes pueden disfrutar de los frutos de esta tierra, donde destacan sus famosas sandías.
Las sandías de Paine tienen un gran tamaño, un sabor muy dulce y propiedades nutritivas más altas que cualquiera de sus pares. Además, sus productores trabajan para disminuir el impacto en el ecosistema de los plásticos usados durante su cultivo. Si quieren probarlas, nada más fácil que participar en enero del Festival de la Sandía o, simplemente, detenerse por algunos minutos en la Ruta 5 Sur, cuando salgan de Santiago.
La sandía es una planta anual y prima muy cercana del pepino. Su corteza es lisa con tonos variables de color verde. Tiene su origen en el sur de África. Existen evidencias arqueológicas que ya era conocida y valorada en el Antiguo Egipto. Hoy se encuentra en el mundo entero, luciendo distintos colores y formas, como la peculiar sandía cúbica de la región Zentsuji en Japón.
La amamos por su sabor dulce y refrescante. La sandía es aproximadamente 90% agua. El resto es azúcar. Pero no piensen solo en las calorías. Tiene grandes valores nutritivos, como vitaminas A, C y B, minerales, además de caroteno y licopeno.
La forma más básica de comerla es cortar unos trozos o cubos, dejarlos por un par de horas en el refrigerador y disfrutarlos como un rico y refrescante snack o postre. También pueden preparar un jugo o sangría, mezclándola con algún vino ligero. En Chile, tradicionalmente la espolvorean con harina de trigo tostada. Es el cielo en la boca. Un mundo de contrastes, donde luchan y se complementan diferentes texturas y sabores tostados, dulces y frescos.
¿Sabían que se consumen también semillas de sandía en algunas culturas? Sus semillas deshidratadas y tostadas tienen un gusto parecido a algunos frutos secos, como almendras o nueces. A veces estas semillas son molidas y convertidas en harina para elaborar diferentes recetas. Los chinos y vietnamitas utilizan sus semillas durante los banquetes de celebración del Año Nuevo.
Cocinar platos salados con sandía puede ser un desafío, pero al mismo tiempo una gran diversión. Realmente pide mucha de nuestra imaginación. Por ejemplo, pueden cortar unos cubos de sandía, marinarlos en una vinagreta de aceite balsámico, hierbas y aceite de oliva (déjenlos reposando en su refrigerador) y después sírvanlos con algún queso. ¡Qué ensalada más fresca y rica! Si eligen un queso feta, les recomiendo como maridaje la fina mezcla blanca Casillero del Diablo Devil’s Collection White. Pero si optan por un queso como el griego halloumi, sirvan el ensamblaje Trio Chardonnay, que contiene un pequeño porcentaje de cepas aromáticas que va muy bien con la fruta y el queso
Atención: la sandía también puede ser grillada. La parrilla aporta un delicioso toque ahumado. Si no tienen idea qué hacer para la cena, o simplemente quieren sorprender a sus invitados, preparen un salmón a la parrilla y, cuando esté casi listo, agreguen trozos de sandía con una mezcla de miel, mostaza picante y aceite. Sírvanlo con Casillero del Diablo Rosé. Quedarán como reyes.
Con la sandía también podemos crear sabores fusión orientales. Un simple plato que mis amigos adoran es un carpaccio de atún, con una ensalada de pequeños trozos de sandía, jengibre marinado, una pizca de hojas frescas de cilantro, jugo de limón y un par de gotas de aceite de sésamo. Naturalmente queda de maravilla con un vino muy aromático. Yo elijo Casillero del Diablo Viognier.
Si después de una fiesta familiar les queda un poco de carne asada de cordero o pechuga de pato, preparen una ensalada fría al día siguiente. Ubiquen los trozos de carne sobre hojas verdes y decoren el plato con trozos de sandía y naranja, plumas de cebolla morada y, justo antes de servir, viertan una vinagreta simple de jugo de limón y aceite de oliva. Como es una ensalada fría y no caliente, con este plato brillará Casillero del Diablo Pinot Noir.
Espero que les haya inspirado para cocinar con sandía, desde el aperitivo hasta el postre, disfrutando este maravilloso producto de la localidad de Paine con nuestros vinos.