Cuando alguien me pregunta si prefiero los vinos blancos o tintos, siempre respondo que es imposible elegir. Todo depende de mi estado de humor, comida u ocasión. Hoy los invito a conocer las diferencias y mitos sobre estas dos grandes familias de vino.
La primera y más grande diferencia es el color. Los blancos van desde un amarillo-verdoso hasta naranjo, mientras los tintos un amplio espectro cromático, comenzando desde un vibrante púrpura hasta tonalidades marrones. Obvio, ¿verdad? Conozcamos algunos mitos urbanos que sobrevuelan el mundo del vino y a veces nos distraen del verdadero conocimiento entre estas dos familias de vino.
Mito 1: Color = estilo
Muchas veces hablamos de vinos blancos y tintos como diferentes estilos. Es verdad, pero también inexacto. Ay, ¡qué contradicción! Un vino dulce puede ser blanco o tinto. O bien, de cuerpo liviano, mediano o pesado, dulce, espumante o fortificado. Huy, pero también los tintos.
Pero si nos atenemos solo a su color, podemos simplificar las cosas y definir solo tres categorías: blanco, rosado y tinto. Anoten: el color del vino no define su estilo. ¡Solamente el origen genético de su materia prima!
Mito 2: Blancos y tintos se producen de la misma manera
Sí, a grandes rasgos, pero hay importantes diferencias. Primero, vamos al viñedo. Cada cepa tiene su personalidad, exige diferentes tipos de suelo y condiciones climáticas, además sus uvas se cosechan en distintos momentos.
Ahora, vamos a la bodega, donde la uva, o mejor dicho el jugo de uva, se convierte en vino. La diferencia es que los blancos se fermentan sin sus pieles, aunque algunos enólogos más atrevidos también hacen largas maceraciones para elaborar vinos blancos más grasos y concentrados, como es el caso de los muy de moda vinos naranjos. Los tintos, en cambio, se fermentan con sus pieles para extraer más color y estructura tánica.
Mito 3: Contenido de alcohol
Este mito dice que los blancos son livianitos como un jugo y los tintos tienen mucho alcohol. Eso no es verdad. Todo depende del estilo de vino. En ambos, vinos blancos y tintos, se puede encontrar estilos de cuerpo liviano.
También existen blancos que poseen 14 o 15% de alcohol, como el francés Hermitage Blanc con un 14%, o bien, tintos íconos como Don Melchor que en algunas cosechas alcanza 14,5%.
Mito 4: Solamente los tintos son vinos para guarda
Es verdad, pero solo parcialmente. Ambos, blancos y tintos, se pueden guardar durante años en la bodega. Todo depende de la estructura del vino, concentración y niveles de acidez y alcohol.
Pero, sí. Los tintos tienen un potencial de guarda más largo gracias al contenido de taninos de sus pieles. Los taninos de los vinos blancos, en la mayoría de los casos, provienen de su guarda en barrica.
Mito 5: Los tintos son más caros
No necesariamente. El precio del vino depende del origen de la uva, de una selección de un viñedo con características especiales, del trabajo puntilloso en la bodega y/o del poderío e historia de una marca. ¡Son muchísimas las variables!
En Francia, donde se producen algunos de los vinos más caros del mundo, los altos precios no solamente provienen de Burdeos y sus grandes tintos, sino también hay blancos de fabulosos terroir y seleccionadas apelaciones, como es el caso de algunos Chardonnay de Borgoña, que son muy apreciados por los coleccionistas.