A las uvas se les permite permanecer en la parra por largo tiempo, hasta que logren acumular el nivel de azúcar deseado. A veces, incluso, se aguarda hasta que la uva se convierta en pasa (más seca, más dulce, más concentrada). Gracias a este fenómeno, el vino posee un nivel más alto de azúcar residual. Por eso los vinos de cosecha tardía son viscosos, voluptuosos, aromáticos y dulces.
En Francia, precisamente en Alsacia, van a encontrar “Vendange Tardive”. En Alemania los llaman “Spätlese”. En varios países del Nuevo Mundo son bautizados como “Cosecha tardía” o “Late harvest”, como nuestro aromático y goloso Concha y Toro Late Harvest.
Las cepas utilizadas para estos vinos son muy aromáticas, como Moscatel, Gewürztraminer, Riesling o Torrontés. Sin embargo, también se obtienen muy buenos resultados con variedades blancas con otros perfiles aromáticos, entre ellas el Sauvignon Blanc, Viognier o Semillon.
Por su nivel de azúcar estos vinos tradicionalmente se recomiendan con diferentes tipos de postre. Dependiendo de su carácter aromático, edad del vino y cuerpo, pueden elegir desde un flan en base de leche a un mousse de chocolate. Pero jamás olviden que estos vinos protagonizan un increíble maridaje con quesos azules como Roquefort o Gorgonzola.