Si bien las zonas productoras de vino necesitan de algunos elementos básicos (como la conjugación perfecta entre sol, suelo y agua), hay otros factores que también determinan la calidad y el carácter de un vino. Uno, por supuesto, es la mano del hombre (desde viticultores a enólogos). Pero volviendo a la naturaleza, las riberas de los ríos que cruzan los valles vitícolas son un diferenciador y de gran influencia.
Pero no es la influencia estética en el paisaje de lo que hablamos -aunque para los amantes del vino sin duda sea un plus, considerando que podrían degustarlos mientras disfrutan de una vista maravillosa-, sino de su gran impacto en el clima. Cuando los viñedos están cerca de grandes masas de agua como el mar, los lagos o los ríos, éstos le dan una mayor humedad al ambiente que ayuda regular los cambios de temperatura. Debido a que el agua en su estado líquido mantiene su temperatura por más tiempo que el aire, los ríos actúan como reservas de calor o agentes de enfriamiento.
Cuando las condiciones climáticas son demasiado calurosas, las uvas maduran más rápido y el contenido de azúcar aumenta, entonces las uvas tienen que cosecharse antes. Mientras que cuando las condiciones son muy frías y las uvas no maduran lo suficiente, el azúcar es baja y la acidez alta, de manera que la cosecha debe realizarse más tarde. Esto explica lo complejo que es cultivar viñedos en lugares donde el clima cambia repentinamente. Y porqué los cuerpos de agua son tan beneficiosos para la viticultura. Además, el reflejo del sol en el agua favorece a que la madurez de la uva ocurra lentamente, conservando su vital acidez. Decimos vital porque cuando un mosto tiene los correctos niveles de azúcar y acidez, se logra un vino balanceado.
En Europa, es el caso de los famosos vinos de Ribera del Duero en España, del Douro en Portugal o de Mosel en Alemania, por nombrar algunos. Lugares donde las riberas de los ríos generan microclimas que determinan a los viñedos que se encuentra cerca. Como también ocurre con la línea Gran Reserva Serie Riberas en Chile.

Cuando los viñedos tienen una ubicación privilegiada cerca de un río importante, hace que los vinos sean mucho más equilibrados. Este conocimiento fue el que dio origen a esta línea donde cada una de sus variedades esta asociada a distintas riberas de ríos chilenos. Provenientes de las orillas de Tinguiririca, Rapel, Cachapoal y Loncomilla, Gran Reserva Serie Riberas cuenta con seis variedades cuyas características están determinadas por la influencia de estos ríos. Son vinos frescos, de gran concentración y personalidad.
Sus dos vinos blancos, Gran Reserva Serie Riberas Chardonnay 2018 y Gran Reserva Serie Riberas Sauvignon Blanc 2018, provienen del Viñedo Ucúquer ubicado en la ribera sur del río Rapel y cercano a su desembocadura en el Océano Pacifico. Así, estos viñedos además reciben una gran influencia marina que se refleja en el frescor que tienen los vinos.
En tintos, Gran Reserva Serie Riberas Cabernet Sauvignon 2018 y Gran Reserva Serie Riberas Malbec 2018 vienen de parras ubicadas en la ribera sur del río Tinguiririca, también un área costera con suelos arcillosos y ricos en minerales, ofreciendo expresiones vibrantes dentro de los vinos tintos de Colchagua.

Mientras que Gran Reserva Serie Riberas Syrah 2018 se origina en los suelos aluviales de la ribera del río Loncomilla en el Valle del Maule,

y Gran Reserva Serie Riberas Carmenere 2018 en Peumo -probablemente el mejor terroir para esta variedad en Chile- a las orillas del río Cachapoal.

Una línea de vinos modelada por los ríos chilenos, que le entregan a las uvas un perfil aromático amplio y complejo. Pero que al mismo tiempo ofrecen -independientemente de la cada cosecha- vinos consistentes y de confiable calidad. Sin dudas, excelentes etiquetas para incluir a tu propia cava.