Hoy te presentamos una cepa distintiva y única, que se caracteriza por sus singulares aromas frutales y florales. Es además, por cierto, una de las uvas más populares para la producción de vinos late harvest.
Originaria de la región del río Rin, que corre a través de Alemania, Francia, Austria y Suiza, la historia registra por primera vez al Riesling en el año 1435. Ese año se realizó la venta de un número importante de vides de “Riesslingen” a un conde alemán. Estos viñedos se extendieron luego hasta el Valle de Mosela, creando una revolución que en la década de 1850 convertiría a la variedad en una muy codiciada, a la altura de los vinos de Burdeos y Champaña. Hasta el día de hoy, en esta región se producen los mejores Riesling del mundo.
¿Cómo es el Riesling?
Son los aromas frutales y florales los que más caracterizan a esta variedad blanca. Durazno, manzana verde o roja, pera, pomelo, también un poco de jazmín, rosas, piel de limón, jengibre, miel, además de un distintivo aroma a petróleo (sobre todo en aquellos ejemplares con guarda), son algunas de las notas que se pueden apreciar en un Riesling. En boca, su elevada acidez (similar a un jugo de naranja o una limonada), junto con su alto potencial para acumular azúcar, es capaz de ofrecer vinos sumamente jugosos y con un final dulce. De todos modos, dependiendo del suelo y del clima, el Riesling puede ser un vino dulce o seco.
Otra característica es su capacidad de envejecimiento. Algunos pueden guardarse hasta por 30 años y evolucionar estupendamente bien, desarrollando una exquisita complejidad.
¿Dulces o secos?
A partir del Riesling pueden elaborarse vinos dulces o secos. En el caso de los dulces, las uvas suelen provenir de países más fríos como Alemania, donde a los vinos se les deja azúcar residual en el proceso de vinificación para equilibrar la marcada acidez de las uvas. En los vinos provenientes de Alsacia, en el norte de Francia, donde la temperatura es más cálida que en Alemania, los vinos resultan más alcohólicos y maduros. Aunque los Riesling de Francia y Austria tienen un perfil más seco, todos estos países producen ambos estilos de Riesling. Basta leer las etiquetas para saber de qué tipo de vino estamos hablando.
En el Nuevo Mundo también se cultiva Riesling. Esta variedad se produce en el clima frío del Valle de Marlborough en Nueva Zelanda, y en los valles más frescos de Clare y Eden al sur de Australia. En Chile el Riesling también se cultiva, en los valles de Rapel, Curicó y Maule. Y si bien es menos común encontrar vinos varietales de este tipo, sí se utiliza bastante para la producción de late harvest.
Esta variedad tiene una piel delgada, que la hace susceptible a la botrytis, un hongo noble que ataca a las uvas sobre maduras, y las vuelve muchísimo más dulces y de aroma más complejo. Es por esto que el Riesling es una de las cepas más populares para la elaboración de vinos dulces. Para aportar complejidad y distintivas notas a miel, Concha y Toro Late Harvest 2017 y Concha y Toro Late Harvest Rosé 2019 incluyen en sus mezclas un 10% de Riesling proveniente del Valle del Maule.
¿Cómo maridarlos?
Gracias a su complejidad y gran capacidad de envejecimiento, los coleccionistas de vinos suelen tener más de algún Riesling guardado. Si estás pensando en abrir una botella para cenar, la buena noticia es que esta variedad destaca por su versatilidad a la hora de hacer maridaje. Rica acidez, bajo alcohol y diversos grados de dulzor, son los factores claves.
Generalmente, los Riesling funcionan muy bien con platos cítricos, con ingredientes como el limón o el lemongrass. Las posibilidades van desde un ceviche hasta una ensalada, y va particularmente bien con los sabores característicos de la comida asiática.
Si hablamos de un Riesling seco, es mejor maridarlo con platos a base de pescados o mariscos, un Riesling semi-seco es perfecto para platos especiados o ligeramente dulces como los currys indios o thai, mientras que se recomienda dejar un Riesling dulce para un postre o una tabla de quesos.