Concha y Toro

Francisca Jara 01/12/2022

Todo sobre el vino

La complejidad del vino

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¿Qué hace a un vino complejo? ¿Acaso es un atributo que solo tienen los vinos de gran calidad? ¿Son únicamente para bebedores expertos? Aquí respondemos estas interrogantes y otras más.

En palabras simples, decimos que un vino es complejo cuando nos encontramos con un vino que tiene múltiples capas de aromas y sabores. Es decir, que cada vez que llevamos la nariz a la copa, aparecen nuevos y más aromas.

Técnicamente, la complejidad viene dada cuando en un vino podemos percibir aromas primarios, secundarios y terciarios, muy variados y bien definidos, capaces de entregarnos información acerca de los procesos de vinificación y crianza de un vino.

Los aromas primarios son los que proceden de la uva y del viñedo; los secundarios, tienen relación con la elaboración, es decir, con la fermentación, el trabajo con lías o el batonnage; y los terciarios, sobre la guarda en barrica y botella. Es así como, en un vino complejo, podremos encontrar diversos matices de aromas a frutas, flores, especias, madera y tostados.

Cómo saber si un vino es complejo

Como ya explicamos, los vinos complejos pueden ir cambiando entre la botella y la copa, en cuestión de segundos. Es común que los aromas primarios a fruta rápidamente evolucionen a notas terciarias de vainilla que aporta la madera, y luego entreguen notas secundarias a violetas. Por esta razón las narices entrenadas son más susceptibles a identificar y disfrutar de una experiencia como esta, lo que no significa que un bebedor novato no lo haga. Pero sí puede ser confuso, porque los vinos complejos están constantemente sorprendiendo y provocando sensaciones diversas en quien los bebe. ¡Son vinos que no aburren! E identificarlos requiere de práctica.

Generalmente, la complejidad también se asocia a vinos robustos, poderosos y con textura. Pero, sobre todo, al balance. Es decir, que su acidez, azúcar y taninos no compiten unos con otros. Los vinos complejos son redondos y amplios en la boca, pues hacen que todas nuestras papilas gustativas se activen para identificar este abanico de sabores. Un vino complejo se siente en toda la boca.

Qué le da complejidad a un vino

La complejidad aromática es algo que generalmente se desarrolla con el tiempo, por lo que es usual que los vinos más complejos sean aquellos con una crianza importante en barrica. Es lo que ocurre con uno de los mejores Carmenère de Chile, Carmín de Peumo, cuya guarda de 15 meses en barricas de roble influye en su complejidad y en los distintivos matices del terroir que entrega Peumo. Mientras que, en el caso de vinos blancos como Amelia Chardonnay, cuya guarda es de 12 meses en barricas de roble, se distinguen múltiples capas de aromas de flores blancas, peras, además de notas minerales y de pedernal predominante. En este caso, su complejidad también viene dada por su excepcional terroir y la fermentación en barricas.

Otro factor para la complejidad de los vinos puede ser la mezcla de añadas en una misma botella. Teniendo en cuenta que cada año las características climáticas son diferentes, un enólogo puede utilizar ese factor a su favor, uniendo diferentes sabores para construir un vino más complejo. Es lo que ocurre, por ejemplo, con algunos vinos espumosos.

Por lo general, los vinos de mejor calidad son más complejos, ya que es un atributo que en los vinos simples es casi imposible de encontrar. Si buscas experimentar vinos complejos e interesantes, no dejes de probar Gravas Syrah o Marques de Casa Concha Cabernet Sauvignon.