Concha y Toro

Francisca Jara 27/01/2021

Todo sobre el vino

Más allá del Chardonnay. Otras cepas blancas para variar en tu copa.

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Si bien el Chardonnay es el vino blanco más popular del mundo, hay un universo mucho más amplio respecto a los sabores y aromas que los vinos blancos pueden ofrecer. A lo mejor se te vino rápidamente a la cabeza el Sauvignon Blanc, otra cepa blanca muy popular que suele beberse en los calurosos días de verano. Sin embargo, aquí queremos invitarte a abrir tus sentidos presentándote más alternativas para servir en tu copa. Estas son otras cepas blancas que no debes dejar de probar:

  • Pinot Grigio

¿Sabías que se trata de la variedad blanca más popular de Italia y que su verdadero nombre es Pinot Gris? Muy popular en Europa, esta cepa “blanca” se caracteriza por sus refrescantes sabores a lima, limón, nectarines y manzana verde, transformándolo en un aliado natural de platos con pescados y mariscos. Decimos que su piel es “blanca” porque en verdad es de tono azul grisáceo, producto de la mutación de la uva tinta Pinot Noir que dio origen a esta cepa. Gracias a su crujiente acidez y simpleza, el Pinot Grigio es ideal para combatir el calor sirviéndolo muy frio ¿Te animas? Te invitamos a poner una botella Frontera Pinot Grigio en tu refrigerador y que hagas la prueba.

  • Viognier

Si eres fanático del Chardonnay pero has pensado en probar algo nuevo, entonces el Viognier podría ser tu cepa. El Viognier y el Chardonnay comparten ciertas cualidades como, por ejemplo, que son de los vinos blancos con mayor cuerpo. Ya que suelen tener guarda en madera, ambos también tienen una textura cremosa. Sin embargo, difieren en sus aromas. Mientras el Chardonnay es de aromas cítricos como el limón y de fruta verde como la manzana, en el Viognier predominan los aromas a flores como árbol en flor, y frutas de hueso como el damasco o durazno. Si bien algunos de los mejores vienen de la zona del Ródano en Francia, en el Nuevo Mundo hay excelentes ejemplares también. Un ejemplo es Casillero del Diablo Viognier, de sabor fresco e intenso, con notas a damasco y chirimoya, cuya textura oleosa lo convierte en el compañero ideal de platos especiados, carnes como el cerdo o mariscos como la langosta.

  • Pedro Jiménez

Esta variedad de uva blanca, que no tiene nada que ver con la Pedro Ximénez cultivada en España para la producción de Jerez, ha sido tradicionalmente reconocida en Chile por su uso en la elaboración del Pisco. Sin embargo, en los últimos años algunas viñas chilenas decidieron probar con la Pedro Jiménez (de los valles de Limarí y Choapa) para elaborar vinos que destacan por su gran frescor y simpleza. Del Limarí, por ejemplo, es Casillero del Diablo Pedro Jiménez 2020, un vino amable, fresco, muy fácil de beber, frutoso y floral. De entrada suave y final jugoso en el paladar, este vino es perfecto para acompañar pescados y mariscos, ensaladas y aperitivos.

  • Riesling

Es común que la primera reacción ante el Riesling sea de amor u odio, pues digamos que esta cepa de origen alemán se caracteriza por su carácter “fuerte”. Básicamente, porque sus aromas se escapan a los aromas que comúnmente reconocemos en los vinos blancos y porque, además, suele vinificarse dejando un poco de azúcar residual lo cual lo torna un poco más dulce. Aunque también hay Riesling secos. Entre sus aromas es usual encontrar algo de cítricos, además de notas a miel, petróleo y a flores como el Jazmín. Y dependiendo de su estilo, si es dulce o seco, maridará bien con comidas especiadas o con pescados y mariscos.

Como ves, a la hora de beber vino blanco las opciones son muy variadas. A veces sólo tenemos que abrirnos a nuevas posibilidades y experimentar.

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