Dentro del vocabulario del vino hay un adjetivo que puede causar bastantes dudas entre quienes no están familiarizados con este lenguaje. Aquí te contamos qué hay detrás del término “redondo”.
Partamos diciendo que no se trata de la forma, sino que de cómo se percibe el vino en el paladar. Decir que un vino es redondo es para hacer referencia a su textura. Pero, ¿cómo identificar si un vino es redondo en la boca? No, no se trata de encontrar una bola, sino de cómo el vino se siente en contacto con tu boca.
Sin embargo, hubo una persona que sí consideró un hecho que para muchas personas podría resultar útil: pensar que el vino tiene una forma. Esta persona fue nada más y nada menos que una de las primeras mujeres críticas de vino, la periodista y autora británica Pamela Vandyke Price (1923-2014). En su activa carrera, además de ser muy estricta respecto a normas como no usar perfume en una sala de catas, escribió diversos libros sobre gastronomía, espirituosos y vinos. En uno de ellos, The Taste of Wine (1975), explica que “la redondez es algo que se siente cuando el vino pasa por el paladar y se siente momentáneamente en la boca”. Lo cual Price específica de esta manera: “Un vino redondo tiene su esqueleto (el alcohol) cubierto agradable y adecuadamente con la pulpa (de la fruta) y está realzado por una buena piel (la fragancia). Un exceso de redondez puede hacer que el vino quede mal proporcionado o sea demasiado graso”.
Fue a partir de entonces que este término se comenzó a utilizar en el lenguaje del vino, junto con otros sinónimos que hacen referencia al cuerpo. Redondo también es asociado a los conceptos untuoso, sedoso, cremoso, graso e incluso, mantequilloso (en el caso de los blancos).
Porque cuando decimos que un vino es redondo, en palabras más simples también significa que entre otras cosas, se siente muy suave. Es decir, que sus taninos no son predominantes en la experiencia de beberlo. O que cualquier otra característica no es predominante sobre otras, ya que se trata de un vino equilibrado. Donde los elementos de acidez, dulzor, taninos, alcohol, aromas y cuerpo se encuentran en balance unos con otros, tal como explicaba Price.
Sin dejar de lado, por supuesto, la posibilidad de la subjetividad que habita dentro de cada persona, y que ante este término puede aparecer.
¿Cómo encontrar un vino redondo? La verdad es que no se trata de buscar ciertas cepas, ya que esta característica del vino puede ser otorgada por diversos factores. Generalmente, viene del expertise del hacedor de vinos, quien sabe cuándo cosechar la uva, qué técnicas de vinificación usar y luego la guarda en barricas. Ya que son estos procesos en su conjunto, los que ofrecen y crean vinos redondos.
Un ejemplo es la fermentación maloláctica, que crea esa sensación untuosa y cremosa en los vinos. Generalmente utilizada en los vinos tintos como Gran Reserva Carmènere, de textura sedosa, también se aplica en variedades blancas como Marques de Casa Concha Chardonnay, moderadamente concentrado y también con textura sedosa.
Otro vino redondo que destaca gracias al uso de la madera, es Gravas Cabernet Sauvignon, que en su suave paladar exhibe una fina evolución, un notable equilibrio y una destacada red de taninos que le aportan elegancia y cuerpo a este gran vino.
Es decir, hablar de un vino redondo finalmente hace referencia a vinos armónicos que destacan por una ligera cremosidad en el paladar. Vinos tan equilibrados que no provocan la sensación de tener “bordes ásperos”.