Cuándo cortar o no la uva, es la decisión más importante que cada año deben tomar los viñateros y enólogos. Es un momento clave porque el trabajo de todo un año en el campo está en juego y determina la calidad del vino final. Actualmente, países como Argentina, Brasil, Chile, Sudáfrica, Nueva Zelanda y Australia se encuentran en plena vendimia, trabajando arduamente en la cosecha y fermentación de sus jugos. Pero entremedio, también celebran. Es una época de celebración de tradiciones que tienen su origen en las civilizaciones egipcias, griegas y romanas. Este es un viaje en el tiempo para hablar de ellos y entender el sentido de la famosa fiesta de la vendimia.
El origen de la fiesta de la vendimia tiene su origen en ritos ancestrales relacionados con la recolección. Era una fiesta relacionada con la embriaguez, la alegría y también con la muerte. Según la mitología egipcia, la celebración de la vendimia tiene su origen en el culto al rey-dios Osiris. Habría sido él quien le enseñó a la humanidad sobre el cultivo de la vid y la vinificación. Osiris era el dios del más allá y la resurrección, y como otras antiguas divinidades, pasaba de la muerte a la vida. Al igual que la muerte anual de las viñas que luego renacerían en primavera dando sus frutos otra vez, gracias al generoso río Nilo, el cual se habría convertido en vino el día en que Osiris nació.
Si bien la uva no es nativa de Egipto, la cultura egipcia fue una de las primeras en manejar todo el conocimiento para la elaboración del vino. Este oficio era muy distinguido, dedicado a la elaboración de caldos para nobles adinerados y para rituales de paso a la muerte, ofrendas a dioses y, por cierto, para su disfrute en fiestas.
En la mitología griega, en tanto, el dios de la fertilidad, la vegetación y el vino era Dionisio. Habría sido él quien descubrió la viticultura y quien la habría expandido hacia otros continentes como Asia. En Grecia, las primeras festividades de la vendimia eran muy importantes. En ellas se pisaba la uva cosechada y luego se probaba el primer vino, el cual se ofrendaba al dios Dionisio en celebraciones que podían durar hasta cuatro días. Bailes, cantos, bastante descontrol y vino, habrían sido la ecuación que dio como resultado a una de las artes más importantes: el teatro.
Estas celebraciones tuvieron tanto alcance que incluso llegaron a Roma, donde se conocían como Vinalias y en donde Dionisio se convirtió en Baco. Estas milenarias fiestas del vino romanas se hacían en honor a Júpiter y Venus, se pedía protección para las viñas, la vendimia y además se ofrecía el primer vino de la cosecha. Era común que terminaran en bacanales, fiestas liberales y prohibidas que fueron representadas en variadas obras de arte.
Luego, con el cristianismo, las narraciones del vino avanzaron hasta la Biblia, en donde se transformó en la sangre sagrada.
A pesar de estos diferentes relatos, al día de hoy heredamos el carácter festivo y la importancia social de esta tradicional fiesta costumbrista que cada año se celebra en los diversos países productores de vino.
En el caso de Chile, la historia de la vendimia se remonta al siglo XVI. Era la época de la Colonia en las actuales zonas de Independencia, Recoleta y Huechuraba, hasta donde llegó a instalarse la primera mujer española que pisó territorio chileno, Inés de Suarez. Ahí ella instaló su hacienda, que luego habría regalado a la Orden de los Dominicos, quienes comenzaron a plantar viñas, contratar podadores, toneleros y a fabricar vinos de gran calidad. El convento de los Dominicos también contribuyó con una nutrida biblioteca en la que era posible encontrar mucha literatura vitivinícola, la cual luego habría sido implementada en sus viñas. Entre las primeras cepas plantadas se encontraban el Cabernet Sauvignon, Merlot, Malbec, Semillón y Sauvignon Blanc, aunque el objetivo era evangelizar a través del vino.
Te invitamos a brindar por estas fechas con Casillero del Diablo Cabernet Sauvignon o Terrunyo Sauvignon Blanc, dos exponentes de las cepas chilenas mas tradicionales. ¡Y hacer un salud por la vendimia!
