Si bien el Chardonnay y Sauvignon Blanc son los vinos blancos más popular del mundo, hay un universo mucho más amplio respecto a los sabores y aromas que los vinos blancos pueden ofrecer. Aquí queremos invitarte a abrir tus sentidos presentándote más alternativas para servir en tu copa.
Pinot Grigio
¿Sabías que se trata de la variedad blanca más popular de Italia y que su verdadero nombre es Pinot Gris? Esta cepa “blanca” se caracteriza por sus refrescantes sabores a lima, limón, nectarines y manzana verde, transformándolo en un aliado natural de platos con pescados y mariscos. Decimos que su piel es “blanca” porque en verdad es de tono azul grisáceo, producto de la mutación de la uva tinta Pinot Noir que dio origen a esta cepa. Gracias a su crujiente acidez y simpleza, el Pinot Grigio es ideal para combatir el calor sirviéndolo muy frío.
Viognier
Si eres fanático del Chardonnay pero has pensado en probar algo nuevo, entonces el Viognier podría ser tu cepa. Ambas cepas comparten ciertas cualidades como, por ejemplo, que son de los vinos blancos con mayor cuerpo. Ya que suelen tener guarda en madera, ambos también tienen una textura cremosa. Sin embargo, la diferencia está en sus aromas. El Chardonnay es de aromas cítricos como el limón y de fruta verde como la manzana, en cambio el Viognier predominan los aromas a flores como árbol en flor, y frutas de hueso como el damasco o durazno. Si bien algunos de los mejores vienen de la zona del Ródano en Francia, en el Nuevo Mundo hay excelentes ejemplares también. Un ejemplo es Casillero del Diablo Viognier, de sabor fresco e intenso, con notas a damasco y chirimoya, cuya textura oleosa lo convierte en el compañero ideal de platos especiados, carnes como el cerdo o mariscos como la langosta.
Pedro Jiménez
Esta variedad de uva blanca, que no tiene nada que ver con la Pedro Ximénez cultivada en España para la producción de Jerez, ha sido tradicionalmente reconocida en Chile por su uso en la elaboración del Pisco. Sin embargo, en los últimos años algunas viñas chilenas decidieron probar con la Pedro Jiménez (de los valles de Limarí y Choapa) para elaborar vinos que destacan por su gran frescor y simpleza. Del Limarí, por ejemplo, es Casillero del Diablo Pedro Jiménez, un vino amable, fresco, muy fácil de beber, frutoso y floral. De entrada suave y final jugoso en el paladar, este vino es perfecto para acompañar pescados y mariscos, ensaladas y aperitivos.
Riesling
Es común que la primera reacción ante el Riesling sea de amor u odio, pues digamos que esta cepa de origen alemán se caracteriza por su carácter “fuerte”. Básicamente, porque sus aromas se escapan a los aromas que comúnmente reconocemos en los vinos blancos y porque, además, suele vinificarse dejando un poco de azúcar residual lo cual lo torna un poco más dulce. Entre sus aromas es usual encontrar algo de cítricos, además de notas a miel, petróleo y a flores como el Jazmín. Esta variedad marida bien con comidas especiadas o con pescados y mariscos.
Como ves, a la hora de beber vino blanco las opciones son muy variadas. A veces sólo tenemos que abrirnos a nuevas posibilidades y explorar nuevos sabores.