Cuando se trata de descorchar una botella de vino, razones hay muchas. Pero si por estos días buscas la excusa perfecta, este próximo 17 de abril es el Día Mundial del Malbec. Para celebrarlo te invitamos a beber y a descubrir un poco más sobre esta popular cepa.
Hoy parece imposible hablar de Malbec sin pensar en Argentina: desde este lugar proviene alrededor del 75% de la producción mundial de esta variedad tinta. Pero antes de que llegara allí, prácticamente solo se cultivaba en su país de origen, Francia. Utilizada principalmente en las mezclas bordelesas (como una de las seis cepas autorizadas), su cultivo no prosperó debido a su susceptibilidad a hongos y enfermedades a finales del siglo XIX. Actualmente hay pocos, aunque exquisitos, Malbec franceses. Los más reconocidos provienen de Cahors, una zona rica en suelos calcáreos que produce vinos algo rústicos y de gran acidez, ideales para guardar. Aunque también quedan algunas viñas en Burdeos y la zona del Loire.
Sin embargo, la actual reputación de esta popular cepa se debe a su exitoso cultivo en Argentina, particularmente en el Valle de Uco de la ciudad de Mendoza. Allí se producen 9 de cada 10 botellas de Malbec argentino. Y también es el lugar donde un 17 de abril de 1853 se inauguró la Quinta Agronómica que recibió los primeros esquejes de esta cepa traída por el francés Michel Pouget. De allí que Wines of Argentina escogiera esta fecha para la celebración del Día Mundial del Malbec.
Reconocida por su color rojo violáceo profundo, da vinos de cuerpo robusto, gran acidez, jugosidad y sabores a frutas casi amermeladas como la ciruela, mora y cereza negra. También tiene aromas secundarios que recuerdan al cuero, chocolate, violetas, pimienta negra y tabaco. Todo depende del lugar donde sus parras se ubiquen, pues esta cepa gusta de climas secos, mucho sol y, además, expresa muy bien el terroir. Por eso es que el Malbec de Argentina sabe muy distinto al de Francia, y el de Francia al de California o Chile, por ejemplo.
Debido a que los Malbec argentinos crecen en un clima muy asoleado y de suelos aluviales, sus vinos son robustos, más alcohólicos, con mucha presencia de fruta, aromas florales e incluso una arista especiada. Mientras que los suelos calcáreos franceses dan origen a vinos de un perfil más rústico, de notas cárnicas, con grandes taninos y acidez. Pero la mejor manera de comprobar todo esto es probándolos.
Un buen ejemplar del Valle de Uco es Terrunyo Malbec, un vino que ofrece aromas de frutos negros y especias, con un toque floral y guarda en barricas de roble. Sus taninos persistentes y aterciopelados lo transforman en un ideal compañero de carnes a la parrilla. Como bien lo hacen los argentinos.
Pocos saben que antes de aterrizar en Argentina, el Malbec primero llegó a Santiago de Chile a mediados de 1840. De hecho, se han encontrado parras de más de 140 años en la Región del Bio Bío. Si bien no se trata de una cepa emblemática, en Chile también se producen elegantes ejemplares. Del Valle del Maule proviene Marques de Casa Concha Malbec, un vino extremadamente complejo con múltiples capas de aromas donde dominan las guindas ácidas y las ciruelas negras. Con rica mineralidad y estructura. Mientras que de la zona más costera del Valle de Colchagua nace Gran Reserva Serie Riberas Malbec, un vino con aromas y sabores a frutas negras, taninos suaves y dulces.
El Malbec marida perfecto con carnes magras, charcutería, quesos como el Azul, Gouda o Manchego, y platos con notas terrosas como verduras grilladas, champiñones o especias. Ahora solo basta que escojas el estilo que más te atraiga, descorches una botellas y disfrutes de esta rica variedad. ¡Salud por el Día del Malbec!