Concha y Toro

Francisca Jara 13/04/2022

Todo sobre el vino

Malbec: Una cepa, dos orígenes

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¿Qué distingue al Malbec que está al lado izquierdo del que está al lado derecho de la Cordillera de Los Andes? Te lo contamos a continuación.

Hablar de Malbec sin que se nos venga el nombre de Argentina a la cabeza aún es difícil. Sin embargo, pocos saben que esta variedad francesa llegó a Chile antes que a Argentina. El hecho ocurrió a mediados de 1840, nada menos que en la Quinta Normal de Santiago. En ese lugar aterrizó esta cepa que pronto sería propagada por las zonas de Itata, Maule y el Bio-Bío, y luego extendida hasta los valles de Cachapoal, Casablanca y probablemente el más reconocido para su cultivo actual, Colchagua.  

En Argentina, en tanto, la historia del Malbec comenzó en 1853 cuando el presidente Domingo Faustino Sarmiento quiso replicar el modelo agronómico chileno, inaugurando la Quinta Normal de Mendoza. Así fue como el ampelógrafo francés que había trabajado en el proyecto chileno, Michel Pouget, trajo los primeros esquejes de la cepa hasta Argentina, comenzando un trabajo en el que lograría adaptar la variedad de uva a las condiciones climáticas y suelo argentino. Sin saber, por cierto, del prometedor futuro que le esperaba. 

A diferencia de Chile, el desarrollo del Malbec en Argentina fue fugaz. Los resultados de su vinificación fueron tan buenos que al poco tiempo se transformó en la cepa más plantada del país. Actualmente, Argentina cuenta con alrededor de 43.000 hectáreas de Malbec, las cuales representan un 38,6% de las variedades tintas del país. Mientras que, en Chile, el Malbec cuenta con solo 2.361 hectáreas plantadas, según indicó el último Catastro Vitícola Nacional realizado por el SAG.

Dicho esto, el Malbec que crece al lado izquierdo de la Cordillera de Los Andes es muy distinto del que se ubica a la derecha. En el caso de Argentina, es imposible no mencionar el trabajo del inversionista italiano Atillio Pagli, uno de los primeros en insistir en el potencial de las parras viejas de Malbec en los 90. Fue gracias a él que aumentaron las plantaciones especialmente en la zona del Valle de Uco y San Juan, pero fue recién en el año 2000 que en Argentina se comenzó a hablar de terroir. Hasta entonces, el Malbec se utilizaba para aportar color y concentración a otras variedades tintas o para producir vinos de gran color con mucha concentración frutal, alto nivel alcohólico y una larga guarda en madera. Así lo prefería el mercado norteamericano, adonde iban a parar la mayor parte de sus exportaciones.

Producto del trabajo de vinateros independientes y la tecnología, es que el Malbec argentino amplió el estilo de vinos robustos hacia una versión más moderna. Vinos más jugosos, frescos y livianos, fueron el resultado de hacer cosechas más tempranas, maceraciones carbónicas, usar menos madera y guardar los vinos en tanques de concreto. Los cuales, además se diversificaron según su terroir. Luján de Cuyo, Maipú, Río Negro, los valles de Jujuy y Uco son algunos de los lugares donde se cultiva esta cepa. El Valle de Uco, con su clima casi desértico es uno de los más reconocidos y donde se ubica el viñedo de suelo aluvial a 1000 metros sobre el nivel del mar, que da origen a Terrunyo Malbec 2016. Un vino de color rojo intenso, aromas a frutos negros, especias, notas florales, de entrada dulce y taninos persistentes.

En Chile, en tanto, los exponentes de Malbec están bastante menos diversificados en términos de terroir. La gran mayoría de los viñedos se ubica en la zona del Valle Central, es decir, en terrenos más planos. Sin embargo, algunos viñedos de más de 200 años en valles como Maule y Colchagua, destacan por entregar vinos excepcionales. Lo cual sumado al trabajo de bodegas que han ido en la búsqueda de terroirs interesantes para su desarrollo, ofrecen un escenario que de todas maneras suma vinos destacables dentro de la escena nacional. De viñedos relativamente jóvenes, en los valles del Maule y Colchagua, provienen Marques de Casa Concha Malbec 2018 y Gran Reserva Malbec 2020, respectivamente. Dos vinos que se alejan del excesivo uso de madera nueva para darle protagonismo a su vibrante expresión frutal.

 

Marques de Casa Concha Malbec 2018, proveniente de un viñedo de suelo de origen coluvial en una zona equidistante de la cordillera y el mar en Pencahue, es un vino tremendamente complejo. Con múltiples capas de aromas a frutos rojos, negros, especias dulces y un toque mineral, en boca es frutoso, denso y vibrante. Mientras que Gran Reserva Malbec 2020, con D.O Marchigüe cercana al mar, viene de un viñedo que tiene pendientes y terrazas cercanas a la ribera del rio Tinguiririca. Guardado principalmente en barricas usadas, este vino destaca por sus aromas a cereza, cassis, cedro y pimienta blanca, con taninos suaves, dulces y rica concentración en boca. Dos vinos con balanceado final, ideales para aprovechar la ocasión de brindar en el Día Internacional del Malbec que se celebra este 17 de abril.