La experiencia de Marcio en Peumo, su pasión por el mundo del vino y el terroir y mucho más en esta nota.
El 1 de enero de 1997 Ramírez comenzó su larga trayectoria en Concha y Toro. Primero fue en San Felipe en una bodega satélite. Luego trabajó en Don Melchor. Hasta que en 2001, le encargaron la bodega de Casillero del Diablo en Peumo. Esto último marcaría un antes y después en su carrera como enólogo.
¡Conoce más sobre él!
1- ¿Qué despertó tu pasión por el mundo del vino?
Cuando estaba en la Universidad estudiando agronomía, se volvió a abrir la carrera de enología en la Universidad de Chile y recuerdo que me llamó mucho la atención. Primero, porque es una carrera que tiene mucho que ver con la química, que me gustaba mucho, pero también porque no implica estar encerrado en un laboratorio todo el día sino que hay que estar en contacto permanente con la naturaleza, andar por los viñedos.
Me hizo sentir que podía gustarme mucho y llenar mis expectativas y ¡así fue!.
2- ¿Tienes algún recuerdo especial vinculado al vino? ¿Cuál?
La verdad no es un recuerdo en sí pero es algo que siempre me ha llamado mucho la atención…
Yo nací muy cerca de la bodega y los viñedos de Puente Alto (de Concha y Toro). Viví ahí hasta los 7 años, sin tener idea. Después, me cambié a otra casa desde donde miraba todos los días la bodega de Pirque y le preguntaba a mi papá que “qué eran esas cosas blancas que se veían al otro lado del río”. Mi papá, en un principio no sabía, y después nos dimos cuenta que era la bodega de Concha y Toro.
Siempre, sin saberlo y sin buscarlo, ha existido esa cercanía con Concha y Toro.
3 – ¿Cuál ha sido tu vendimia preferida?
Si hablamos de vendimias más actuales, sin lugar a dudas, la 2018. Ha sido increíble porque fue una vendimia que se fue dando sola, no hubo que hacer muchas cosas, los vinos se mostraron desde un inicio espectaculares.
4- ¿Cómo has evolucionado como enólogo en estos 20 años?
Mi evolución como enólogo ha sido muy bonita. Partí con Enrique Tirado trabajando en Don Melchor, buscando la calidad en el extraordinario terroir de Puente Alto que es tan espectacular para la uva, para luego llegar a Peumo para ser parte de la bodega de Casillero del Diablo.
Trabajar junto a Marcelo Papa y Héctor Urzua en esas mezclas maravillosas de Casillero del Diablo, a donde la consistencia año y año tiene que ser, donde existe esa responsabilidad de que es un vino que se comercializa en muchos países, ha hecho que yo tenga que ser práctico y directo y que siempre busque que los vinos que elabore sean algo que la gente quiera beber y que disfrute.
En definitiva, que siempre busque la excelencia pero a la vez la practicidad y eso lo he ido tratando de plasmar en los Carmenere que hacemos acá en Peumo, tanto en Marques de Casa Concha, como en Terrunyo, Gran Reserva Serie Riberas y Carmín de Peumo.
5- ¿Cómo llegaste a transformarte en “Mr. Carmenere” y qué significa exactamente?
Es una anécdota muy simpática. El hombre que me puso ese título fue Pablo Pressac (en aquel entonces Wine Ambassador, Exportaciones Corporativas en Concha y Toro).
Él venía con un grupo de clientes de Asia y tenía que explicarles que yo hacía el Casillero del Diablo Carmenere, el Marques Carmenere, el Terrunyo y el Carmín de Peumo. Entonces, para poder explicarlo bien, les dijo “acá los dejo con Mr Carmenere” y la realidad es que es verdad.
Tengo el privilegio y el orgullo de tener que hacer todos los Carmenere de la compañía porque sentimos que Peumo es el terroir del Carmenere. Para nosotros no hay otro lugar que produzca los Carmenere que nosotros somos capaces de producir . Por eso todos o casi todos se producen acá.
6- ¿Cuál es tu viñedo preferido?
Mi viñedo favorito es Peumo porque dentro de este gran viñedo podemos hacer un Gran Reserva Serie Riberas, un Marques de Casa Concha, un Terrunyo, un Carmín de Peumo y son completamente diferentes. Tienen un hilo conductor, ese Carmenere rico que a la gente le gusta beber, pero cada uno tiene una identidad distinta. Porque cada cuartel, cada sector acá tiene su propia personalidad y se expresa de una manera distinta.
7- ¿Qué rol cumplen las redes sociales a la hora de dar a conocer tu trabajo?
Las RRSS han sido un facilitador para mostrar que nosotros, independiente de la escala gigante que tiene la viña, trabajamos como una pequeña bodega, donde cada lote, cada cosa, es primordial y se va tratando de una manera especial y se le pone toda la atención. Yo creo que es fundamental tener ese contacto con la gente, poder mostrarles los vinos y que te den a su feedback para entonces ir mejorando, adaptando y entregando cosas mucho más cercanas. Además, cuando la gente conoce el rostro de la persona detrás del vino, este se vuelve mucho más atractivo.
8- ¿Qué le dirías a la gente más joven para que se motive a descubrir más sobre el mundo del vino?
¡Que se atrevan! Yo creo que lo más importante es que se atreva, que pruebe y si me gusta tal vez un pescado o carne con vino tinto, ¡no hay problema, no hay dogmas!. Uno da esos tips de vino blanco con los pescados, vinos tintos con la carne, pero hay muchos matices.
Y lo que siempre digo, “el mejor vino es el que a uno le gusta, no el que a uno le dicen que es el mejor vino”. El que cuando uno lo prueba encuentra algo mágico. Eso buscaría transmitirles
9- En tu larga trayectoria ¿qué cosa dirías que es fundamental para triunfar en el mundo del vino?
La pasión. La pasión por el vino, por la parra. Saber que en realidad el vino no nace en la bodega. El vino nace en la parra, en el lugar en el que está. Si uno tiene una buena uva, un buen lugar, esa uva se va a transformar en un gran vino.