Los invito a un viaje al norte de Chile, al Valle del Elqui, bajo un cielo lleno de estrellas y rastros de antiguas civilizaciones. En este oasis podrán probar la papaya chilena, un tesoro culinario único, y disfrutarlo con recetas y maridajes con vinos.
Los largos brazos de los majestuosos Andes abrazan el Valle del Elqui, ubicado a unos 500 km al norte del Santiago. Siguiendo el torrente del río Elqui, nace un oasis que salpica un paisaje ocre y desértico, donde pueden admirar observatorios astronómicos, viñedos y destilerías de pisco chileno, minas de cobre y por supuesto, huertos de papayas chilenas.
El contraste entre las formaciones de rocas inmensas y el exuberante fondo del valle es abrumador. La ciudad principal del valle es la costera perla La Serena, que significa «calma». En esta ciudad ustedes pueden relajarse mientras caminan por la orilla del mar. Es la segunda ciudad más antigua de Chile, fundada en 1544 por Juan Bohón, ayudante del conquistador Pedro de Valdivia.
A principios del siglo XVIII, la ciudad se convirtió en una verdadera fortaleza para defenderse de los piratas. Su mayor auge económico y desarrollo lo experimentó en los años veinte del siglo pasado. Hoy La Serena es un popular destino turístico. En comparación con otras ciudades de la costa chilena, conservó su austero estilo colonial con un ambiente ligeramente nostálgico.
El Valle del Elqui y La Serena invitan a disfrutar de un clima templado y hermosas playas en la costa del Pacífico. Desde el norte, la región limita con Atacama y al sur con el llamado Valle Central. El cielo sobre La Serena es a menudo gris. Esta neblina, conocida como camanchaca, se interna por el estrecho cajón del Elqui, pero a mediodía siempre aparece el sol. El interior del valle es reconocido por contar con los cielos más transparentes del mundo. De ahí que varios centros astronómicos internacionales hayan escogido este lugar para vigilar las estrellas.
Es también una región muy importante para la viticultura chilena. El cultivo de uvas, principalmente de la dulce y aromática Muscat, es la base del pisco, un destilado chileno con denominación de origen y que se caracteriza por sus sabores puros, afrutados y florales. A medida que van trepando la cordillera por sus serpenteantes caminos, entre hermosos pueblos como Paihuano, Monte Grande y Alcohuaz, podrán divisar sus viñedos, que parecen manchones verdes de estilo impresionista en las paredes de las montañas.
La gastronomía de la región es de contrastes: por un lado, está marcada por la zona costera, con sus pescados y mariscos (jaibas, ostiones y camarones). Por otra parte, por la influencia cordillerana, con populares recetas como costillar de cerdo cocinado lentamente y servido con papas rústicas. En el camino entre La Serena y Vicuña (una pintoresca ciudad emplazada los Andes y cuna de la poetisa y Nobel chilena Gabriela Mistral) pueden comprar ricos quesos de cabra y churrascas (tortillas cocinadas sobre las brasas). Pero también una deliciosa y original fruta: la papaya.
La papaya chilena (caricá, es su nombre científico) no es la misma fruta que ustedes pueden encontrar en otras latitudes, como en el Caribe. Esta especie es única de esta zona. Es una fruta de color amarillo (cuando está lista para cosechar) y su pulpa es delicada, jugosa y esponjosa. Pero, ¡atención! La papaya no puede ser consumida cruda, sino después de un proceso que saca lo mejor de ella.
La mejor forma es cocinarla al jugo. Se come solo la parte junto a la cáscara, no la pulpa con semillas. Después de la cocción, se puede preservar en una conserva o servir como postre, con una gota de crema o yogur. Este postre es un verdadero cielo en la boca, especialmente cuando es servido con Frontera Late Harvest, elaborado con uvas Muscat.
En el bouquet de esta fruta se encuentran notas dulces, florales y tropicales. Estos mismos aromas muchas veces se encuentran en algunos vinos blancos, como en Casillero del Diablo Sauvignon Blanc. Aprovechando esta compatibilidad aromática, pueden preparar un aperitivo de papaya con este crujiente vino.
Otra preparación fantástica es utilizar las papayas cocidas y rellenarlas con queso feta (el sabor salado del queso es un contrapunto para el sabor dulce de la fruta). Además pueden ofrecer una tabla de quesos y acompañarla con una mermelada de papayas (remplazando el dulce de membrillo) y servirlo con Frontera Specialties Auténtico Blanco.
Varios platos de fondo también pueden contener papaya, como un lomo de cerdo horneado con especias, papayas y vino. Aquí les recomiendo un vino blanco más complejo como Casillero del Diablo Viognier. Y si les gusta probar esta fruta con pescado, les quiero presentar una rica propuesta para salmón. En este caso mi maridaje ideal es con Casillero del Diablo Rosé. Esta receta reúne varios productos chilenos y es una de mis favoritas para los días de verano.
Salmón con una salsa agridulce de papayas
Ingredientes para 4 personas
- 4 filetes de salmón crudo
- Mantequilla
- Sal y pimienta
Para la salsa
- 2 papayas cocidas o en conserva
- 1/2 cebolla morada, finamente picada
- 1 ají verde picado
- 1/2 taza de cilantro fresco picado
- 1 tomate picado
- 1 palta picada en cubitos
- 2 dientes del ajo picados
- Jugo de un limón
- Sal y pimienta
Preparación
- En una fuente mezclar todos los ingredientes de la salsa. Cubrir con una folia transparente y dejar reposar por una hora en el refrigerador.
- Preparar el salmón en la plancha. Freír en mantequilla unos 3 minutos por lado.
- Sazonar con sal y pimienta.
- Servir el pescado con una papa nativa cocida y salsa de papaya.